El 19 de diciembre mi esposa, mis tres hijos y un amigo, partimos vía terrestre para la ciudad de Pto. Ayacucho, capital del Edo. Amazonas, allá llegamos ese día al final de la tarde y nos reunimos con nuestro guía, al dia siguiente partimos desde el embarcadero de Samariapo en lanchas “voladoras” rumbo al Río Orinoco, visitamos el pueblo de Isla Ratón capital del municipio Autana, en la isla mas grande del Río Orinoco, luego partimos hacia el Río Sipapo donde hicimos una parada para almorzar, seguimos nuestro viaje y llegamos a nuestro primer campamento, Boca de Autana, allí pernoctamos en esa comunidad indígena, continuamos al día siguiente luego del desayuno y reaprovisionamiento de las embarcaciones hacia el lugar donde desembarcaríamos para iniciar nuestra caminata de 5 horas hasta el campamento base del lago Leopoldo, cargados con nuestros morrales emprendimos la travesía por la selva, gracias a nuestros guías fue posible llegar, ya que para el ojo inexperto nuestro era imposible distinguir el camino por el cual debíamos seguir, al llegar se armó el campamento a las 6 de la tarde, cenamos y dormimos en hamacas a la intemperie con un clima bastante cálido, la mañana siguiente la aprovechamos para darnos un baño en las oscuras aguas de la catarata que teníamos a lado del campamento, para luego emprender la subida al lago, es una caminata de unas 3 horas para llegar a un mirador espectacular, allí es posible observar está maravilla de la naturaleza, con sus aguas negras, tranquilas y misteriosas, luego de admirar esta belleza natural, bajamos unos 50 metros hasta las orillas del lago donde nos dimos un reparador baño con agua helada, nuestro guía no tuvo valor de entrar al agua, sus creencias le dicen que ese lago es peligroso, nosotros hicimos caso omiso y lo disfrutamos mucho, luego en medio de una lluvia pertinaz, iniciamos el descenso al campamento, donde pernoctaríamos y emprenderíamos la continuación de nuestro viaje, esta vez hacía el Autana, el árbol de la Vida.
Fue una experiencia que pasa pocas veces en la vida y cuando pasa hay que aprovecharla, no todos los días uno puede admirar personalmente cosas como esta, si alguien tiene la oportunidad de realizar este viaje, no lo piense dos veces, haga el esfuerzo, que bien vale la pena conocer el lago Leopoldo, Paraka- Wachoi en Piaroa.
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